Ignacio Vidau, buen médico, excelente persona

La Nueva España
Domingo 15 de noviembre de 2009

Por ÁNGEL GARCÍA PRIETO PSIQUIATRA

A primera hora de la mañana de ayer falleció de manera súbita, a los ochenta y ocho años de edad, el médico ovetense Ignacio Vidau Fernández, muy conocido en Oviedo por haber ejercido durante toda su vida profesional como médico general en la Seguridad Social, en la empresa Química del Nalón de Trubia y en su consulta particular.

Nacido en Oviedo, pasó su juventud en Colloto, de donde es oriunda la familia, y tras los años de carrera universitaria en Valladolid se establece definitivamente en la ciudad. Casado con María Teresa Argüelles, tiene cinco hijos, once nietos, otros varios familiares, muchos amigos y numerosísimas personas a las que en algún momento de sus vidas ayudó, cuidó o curó, con su buen saber médico y su entrega personal.

Sus años de madurez profesional se situaban en la época en la que el «principio de benevolencia» primaba en la relación médico-enfermo, frente al de «autonomía del paciente» de la actualidad; excelente situación aquella para ser atendido por una persona como Ignacio Vidau, al que el adjetivo benevolente se puede decir que le caracteriza por completo. Se trataba de una excelente persona, afectivo, sonriente, comprensivo, tolerante, abierto y cariñoso. Un buen médico y una excelente persona, que lograba la cordialidad en los ambientes en que se desenvolvía, tanto con sus familiares y allegados como con conocidos, amigos y pacientes.

Católico coherente, desde joven participó en las actividades de las Juventudes del Carmelo y luego de la parroquia de San Juan, a la que pertenecía, a la vez de ser uno de los primeros fieles supernumerarios del Opus Dei de nuestra ciudad, donde colaboró a la puesta en marcha y desarrollo de actividades sociales como el Centro de Formación Profesional de Peñavera en los años sesenta y otras. La tranquila serenidad y el afecto positivo que se podía vivir durante estas horas de velatorio entre las personas que se acercan a dar el pésame a sus familiares son una bocanada de aire fresco, de esperanza en la buena siembra que hacen los hombres buenos. Ignacio Vidau era o, mejor, es uno de ellos.

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